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Modo vacaciones
Sol, arena blanca, agua transparente… y un teléfono en la
mano. Quien no se sienta identificado, que tire la primera piedra. Es que
vivimos quejándonos de que no tenemos un minuto, de que entre el trabajo y las
obligaciones sociales no nos queda tiempo para estar en familia, pero apenas la
rutina cotidiana nos da un respiro y nos permite tomarnos esas tan ansiadas
vacaciones, no podemos despegarnos de las múltiples pantallas. Teléfonos,
tablets y computadoras nos llaman cual canto de sirena y en vez de jugar a la
pelota con los hijos o compartir una charla con un amigo, nos la pasamos
chequeando el mail, leyendo el diario online o googleando datos innecesarios.
Y eso que, según una encuesta de Hotels.com, los argentinos
estaríamos entre los más dispuestos a dejar las pantallas de lado: mientras que
en Tailandia (los más dependientes), el 85 % de los encuestados necesita estar
conectado durante las vacaciones, en la Argentina solo el 22 % pretende contar
con wifi durante el descanso.
Pero más allá de porcentajes, los expertos advierten que no
resulta tan extraño que nos cueste bajar algunos cambios cuando finalmente nos
tomamos unos días: estamos tan acostumbrados al ritmo vertiginoso de nuestra
vida cotidiana que es hasta normal que se nos haga difícil adaptarnos al paso
más lento de las vacaciones.
“Una de las razones por las que nos cuesta tanto
desconectarnos de la rutina es que no paramos ni descendemos nuestro ritmo de
trabajo durante todo el año. Generamos el hábito de estar ‘enchufados a 220’ a
lo largo de cada jornada, sin darnos respiro ni descanso, agotando nuestros
recursos internos de energía. Apretamos a fondo el acelerador durante el año
entero y cuando llegan las vacaciones, pretendemos desacelerar y frenar. ¡Y
esto no es posible!,” explica Silvio Raij, coach ontológico e instructor de
Mindfulness. Y así, en vez de aprovechar estos días tan ansiados, nos
encontramos peleando con la pareja e hijos, discutiendo qué hacer, cuándo, y
todavía conectados con el trabajo y la rutina, aunque estemos a miles de
kilómetros de casa.
Pero las vacaciones son un momento único para repensarnos y
reconectarnos con lo que realmente queremos. ¿Estoy contento con mi vida? ¿Qué
me gustaría cambiar durante este año? ¿Es posible modificarlo? Aprovechemos el
ritmo más lento de estos espacios de descanso para disfrutar de la familia,
cortar con nuestras obligaciones y cargar pilas para un año lleno de cambios
positivos.
Aquí, una guía para entrar en modo vacaciones y disfrutar.
El destinoLos expertos advierten que una correcta elección del lugar
es una de las claves para pasarla bien. Lo importante es buscar el adecuado a
todos los miembros del grupo. Un recorrido de 15 días por veinte capitales
europeas puede no ser lo más apto para una familia con niños pequeños, por más
ganas que los padres tengan de conocer París. Y una cabañita en una playa
desierta suena a destino soñado… hasta que un marido hiperactivo no sabe qué
hacer con tanto tiempo libre. Porque aunque sea necesario desconectarse de la
rutina si queremos que resulten vacaciones verdaderas, esto no tiene por qué
implicar tirarse en la playa panza arriba. La idea es que el destino brinde
distintas opciones para que todos disfruten: que los adolescentes puedan
socializar, que los más chiquitos encuentren tiempo y espacio para jugar, que
los deportistas tengan dónde explotar su pasión por transpirar la camiseta y
que los que prefieren el libro a la sombra también cuenten con esa opción.
“Ante todo, es importante elegir un lugar en el que los chicos se encuentren con
otros de su edad, tengan actividades apropiadas para ellos y puedan disfrutar
con seguridad de la autonomía que tienen acorde a la edad de cada uno –afirma
Marilen Stengel, experta en temas de género–. Después, hay que buscar algunas
actividades para hacer todos juntos. Incluso con los adolescentes se pueden
acordar almuerzos o excursiones que le permitan a la familia pasar tiempo de
calidad y relajarse: es una manera de reforzar la idea de que juntos la podemos
pasar bien”, concluye. Pero compartir el tiempo no implica necesariamente
pasarla bien. Para eso, habrá que hacer un pequeño esfuerzo y reenfocar la
atención en el momento presente. “En Coaching lo llamamos ‘presencia’. Es la
capacidad de poner nuestra atención en el aquí y el ahora. Estoy presente en la
situación en la que me encuentro desde mis tres dominios: cuerpo, emoción y
lenguaje/mente”, explica la coach de Estación ID, Denise Muchnik. Y es aquí que
la tecnología es un obstáculo.
•Dejar la tablet y la computadora en casa y viajar solamente con el celular.
•Poner reglas claras y sin excepciones válidas para toda la
familia. Por ejemplo, durante las comidas no se utilizan pantallas.
•Dejar el celular en la habitación o la cabaña para evitar
chequear el mail 100 veces por día. Si es necesario, dedicar media hora a temas
laborales en un momento del día que reservamos para eso.
•Para los que se animan a desconectarse de todo, optar por
un destino que no ofrezca wifi (o que por lo menos no sea gratuito).
Excusas para no despegarse del celular hay miles. Y muchas
de ellas son muy válidas, sobre todo para quienes trabajan de manera
independiente y no tienen en quién delegar. Pero quienes asuman el compromiso
de relajarse de verdad durante las vacaciones deben saber que tendrán que
limitar de manera sustancial el contacto con el trabajo y la rutina que
quedaron en casa.
Si no es posible desconectarse del todo, los expertos
recomiendan dejar el teléfono en la habitación y chequear los mails una o dos
veces por día. Se puede también dedicar una media hora diaria para responder a
lo urgente, para avisar a nuestro interlocutor que estamos de vacaciones. En
este sentido, la posibilidad de dejar predeterminado un mensaje de ausencia
(“me encuentro de vacaciones y vuelvo el xx…”) es también muy útil para darle
un bien merecido descanso a nuestra cabeza.
Pero lo más triste es que gran parte del tiempo que muchos
de nosotros pasamos online durante este corto periodo no tiene nada que ver con
el trabajo y las obligaciones. Pasar horas mirando fotos de primos terceros en
Facebook y perderse el paisaje maravilloso que tenemos enfrente es uno de los
males de nuestro tiempo. ¡Si hasta tiene un nombre! Se llama FOMO (en inglés,
Fear of Missing Out) y se refiere a una sensación de ansiedad que produce el
estar desconectado del mundo virtual, una suerte de miedo a perderse lo que
está ocurriendo. “No podemos pedirles a nuestros hijos o pareja que quieran
salir a dar un paseo o a almorzar con nosotros si vamos a estar pegados a una
pantalla. La conectividad en esas situaciones deja solos y frustrados a quienes
nos acompañan, o los lleva a pegarse a una pantalla también ellos. Y entonces,
la pregunta es, ¿para qué nos encontramos si cada uno va a estar con otro que
no es a quien tiene enfrente?”, se pregunta Stengel. La experta advierte,
además, que si optamos por vivir “enchufados”, es eso lo que les enseñamos a
nuestros hijos. “Y es una pena, porque la conexión no es comunicación. La
comunicación es artesanal, requiere de nuestros sentidos y emociones, de estar
presentes”, afirma.
Arte Terapia Libro para Colorear 1 (Richard Merrit): Los libros para colorear para adultos son tendencia en todo el mundo. La experiencia creativa ayuda a liberar tensiones.
Mindfulness en la era del miedo y la ansiedad (Clara
Badino): Una introducción a la práctica de Mindfulness por una de las
embajadoras de la disciplina en la Argentina. Para volver a la rutina con una
nueva perspectiva.
Usar el cerebro (Facundo Manes): La neurociencia está de
moda y este es otro de los best-sellers que prometen. El autor propone “conocer
nuestra mente para vivir mejor”.
De viaje por Europa del Este (Gabriel García Márquez):
Publicación postmortem del legendario autor latinoamericano, es la crónica de
un viaje que realizó García Márquez por los países socialistas de Europa
oriental durante la década de 1950.
Además de la posibilidad de conectar con la pareja o la
familia, las vacaciones son una oportunidad interesante de conectarnos con
nosotros mismos, señala Muchnik. Según la coach, ese es un gran momento para
dedicarle tiempo “a lo importante”. “A veces, priorizamos tanto lo urgente en
nuestra vida laboral, que vamos pateando lo importante para ‘cuando tengamos
tiempo’. Quizás las vacaciones son ese tiempo: pensar, reflexionar acerca de la
persona que fui y diseñar la que quiero ser puede resultar un lindo ejercicio”.
Silvio Raij coincide en que este es un buen momento para hacer un balance. “El
fin de un año puede ser una oportunidad única para reflexionar sobre lo que
hemos hecho durante el último tiempo: los resultados que obtuvimos, lo que
podríamos mejorar, lo que deberíamos continuar haciendo y lo que deberíamos
dejar de hacer. También es un momento óptimo para revisar nuestras relaciones,
para conversar y arreglar lo que anda mal y consolidar lo que ha funcionado
bien”, explica.
A veces, el paso más lento y el tiempo libre nos permiten,
incluso, reflexionar sobre algunos temas que durante el año dejamos en segundo
plano. Unas vacaciones en la naturaleza pueden darnos el empujón que necesitábamos
para mudarnos fuera de la ciudad, o animarnos a dejar un trabajo demasiado
estresante y optar por otro que nos permita pasar más tiempo con la familia.
Pero de lo que no cabe duda es de que a las vacaciones hay que disfrutarlas a
pleno. Trabajamos y ahorramos todo el año para contar con estos días de paz,
así que ninguna excusa es válida para impedirnos pasar un verano a full.
Para todos aquellos que odian la idea de que el verano es
para tirarse en la playa panza arriba, una serie de deportes nuevos que
permiten refrescarse durante los meses de calor. Para practicar durante las
vacaciones o durante el fin de semana en la ciudad, estas son algunas de las
opciones:
Hockey subacuático: Mezcla de buceo y hockey, es una excelente opción para quienes disfrutan de abajo del agua y el objetivo es que una suerte de tejo entre en el arco del equipo contrario. El deporte cuenta con fanáticos en CABA, Mendoza, Santa Fé, Rosario y otros puntos del interior. Para más información, visitar la página web de la Asociación de Hockey Subacuático Argentina (ahsa.org.ar)
Flyboard: Este deporte es una suerte de ski acuático aéreo,
ideal para los amantes de la adrenalina. Quien lo practica se para sobre una
tabla conectada por una manguera a una moto de agua. La manguera canaliza el
agua y la presión que genera lo hace elevarse hasta doce metros de altura y después
puede volver a bajar y volver a subir. Para ver videos de este deporte verdaderamente
sorprendente y conocer más acerca de esta disciplina, el sitio web de la
Federación Argentina de Flyboard es www.skyflyboard.com.
Aeroyoga: Para los que prefieren las disciplinas de bajo impacto, el aeroyoga es una mezcla de yoga y pilates pero realizada sobre un columpio. Según Aeroyoga Argentina, puede practicarlo cualquier persona, sin importar su condición física: los ejercicios se adaptan a cada uno. Para más información: www.aeroyogaargentina.com.